Probablemente sepas cuál es tu grupo sanguíneo. Es ese tipo de información que llevamos inconscientemente en nuestra memoria. También es posible que alguna vez hayas dudado, te hayan pedido un certificado para realizar algún trámite o te lo hayan solicitado antes de alguna intervención médica. Pero, ¿qué es y para qué sirve conocerlo?

¿Qué es el grupo sanguíneo?

A principios del siglo XX se descubrió que los glóbulos rojos poseen, en su superficie, algunas proteínas marcadoras o antígenos denominados A, B y D (Rh). La presencia o ausencia de los primeros determina el grupo de cada individuo, identificándose los siguientes: A (está presente el antígeno A sobre la membrana del glóbulo rojo), B (está presente el antígeno B), AB (están presentes el A y el B a la vez) y 0 (no hay ningún antígeno). Estos a su vez se clasifican de acuerdo al factor Rh, cuya presencia o ausencia hace que la sangre sea Rh+ (cuando hay antígeno) o Rh- (cuando no hay antígeno).  Se dan, finalmente, estas ocho posibilidades: A+, A-, B+, B-, AB+, AB-, 0+, 0-.

Además, se observó que el plasma contiene, también, tres tipos de anticuerpos que reaccionan con las proteínas de los glóbulos rojos: Anti-A, Anti-B y Anti-D (Rh). Estos anticuerpos están presentes solo cuando el antígeno correspondiente no se expresa en superficie.

¿Cómo se determina el grupo sanguíneo?

La determinación del grupo sanguíneo se realiza en el laboratorio, utilizando anticuerpos monoclonales idénticos a los presentes en el plasma humano. Es una práctica accesible, rápida y económica. Puede realizarse sin ayuno previo y el resultado se obtiene en unos minutos.

¿En qué situaciones es importante conocer nuestro grupo sanguíneo?

La respuesta puede sonar decepcionante pero la verdad es que, a excepción de algunas situaciones particulares, no tiene ninguna importancia conocerlo.

Una de esas situaciones es la Transfusión Sanguínea, dado que siempre debe confirmarse el grupo sanguíneo del paciente y compatibilizarse su sangre con la que se le va a transfundir. Esto se hace para evitar que los anticuerpos presentes en el plasma del paciente puedan reaccionar con los antígenos expresados en la superficie de los glóbulos rojos transfundidos, lo que generaría una respuesta inflamatoria potencialmente muy grave para el receptor de la transfusión.

Otra de esas situaciones es el Embarazo, sobre todo si la mujer es Rh negativo, ya que puede desarrollar anticuerpos contra los glóbulos rojos de un bebé Rh positivo y daría lugar a la enfermedad hemolítica del feto o el recién nacido, una patología muy grave pero absolutamente prevenible.

En resumen, el conocimiento sobre el grupo sanguíneo de cada individuo ha salvado millones de vidas desde su descubrimiento, aunque su relevancia es relativa fuera de ciertas situaciones puntuales.