Durante el embarazo, el cuerpo de la mujer sufre cambios fisiológicos y anatómicos que elevan el riesgo de contraer infecciones en el tracto urinario. Estas son molestas para la mamá, pero sobre todo peligrosas para el bebé en desarrollo. Es por esto que, ante los mínimos síntomas o al comenzar el tercer trimestre, tu médico va a solicitarte un urocultivo dentro de tu rutina de controles de laboratorio.
Cambios durante el embarazo
La infección urinaria es una de las patologías más comunes en el embarazo y esto está directamente relacionado con los cambios que ocurren en tu cuerpo a nivel anatómico y hormonal.
La progesterona, una de las hormonas de la gestación, relaja los músculos de los uréteres (las vías que conectan la vejiga con los riñones) dilatándolos y provocando que el flujo de orina se haga más lento, lo que aumenta el riesgo de que las bacterias se reproduzcan. Además, estimula la relajación de los músculos de la vejiga, con lo cual es más difícil vaciarla por completo, incrementándose la probabilidad de que exista un reflujo urinario que ocasione que la orina regrese hacia los riñones.
El pH de la orina también se modifica y se vuelve menos ácido, lo que también eleva el riesgo de proliferación de gérmenes.
Todos estos cambios, muchas veces asociados a otros factores de riesgo previos, conducen a la colonización bacteriana de las vías urinarias, reconociéndose distintas entidades que se clasifican según sus síntomas, los órganos afectados y los distintos resultados del urocultivo, como el recuento de colonias y las variables del sedimento urinario. Estas son la Bacteriuria Asintomática, la Cistitis y la Pielonefritis.
Riesgos para el bebé
Las infecciones del tracto urinario están relacionadas con importantes problemas para el embarazo y el feto en crecimiento. Por un lado, provocan contracciones prematuras y proliferan en la mamá los episodios hipertensivos y la anemia, lo que eleva el riesgo de partos pretérmino. Pero además, pueden retardar el crecimiento intrauterino del bebé, ampliando el riesgo de que nazca con bajo peso o anemia y, en algunas ocasiones, puede relacionarse con un incremento de la mortalidad perinatal.
Diagnóstico
Existe solo una forma de poder reconocer y estudiar en detalle los distintos tipos de infecciones del tracto urinario. La realización de un urocultivo al comienzo del tercer trimestre del embarazo, independientemente de los síntomas que puedas tener, es fundamental para detectar y tratar a tiempo estas infecciones que tanto daño pueden hacerte a vos y a tu bebé.
Para la realización de esta práctica de laboratorio es fundamental que la toma de la muestra se realice correctamente y eso depende exclusivamente de que sigas cada una de las recomendaciones que aquí te damos:
- Retirá tu frasco estéril en el laboratorio para recoger la primera orina de la mañana u otra muestra con una retención de orina superior a 3 horas.
- No ingieras antibióticos, aspirinas ni vitamina C durante las 48 horas previas a la recolección.
- Lavá y secá tus manos cuidadosamente. Higienizá tus genitales externos, separando los labios mayores, con agua y jabón.
- Si tenés flujo vaginal abundante, colocate un tampón.
- Comenzá a orinar en el inodoro y, sin interrumpir la micción, recolectá la porción media directamente en el frasco. Terminá de orinar en el inodoro.
Podés acceder a más recomendaciones ingresando a nuestra sección de indicaciones previas para este u otros estudios.
El urocultivo es una práctica sencilla que consiste en un análisis fisicoquímico y microscópico de la orina, acompañado de un cultivo que permite cuantificar e identificar a las bacterias relacionadas a tu infección, y reconocer su perfil de resistencia a los distintos tratamientos antimicrobianos.
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